Para finales de la década de los 80s, la Comisión de
las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo indicaba: “Está en
manos de la humanidad hacer que el desarrollo
sea sostenible,
es decir, asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin
comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las
propias”. Este enunciado representa un hito importante en la concepción del
desarrollo sostenible, entendiéndose como la interacción equilibrada entre
economía, medio ambiente y ser humano.
Como ha de entenderse, la actividad humana y los
recursos naturales que provee el medio ambiente están inexorablemente
entrelazados. La producción de bienes y servicios para satisfacer necesidades
materiales está fundamentada en decisiones que necesariamente afectan en alguna
medida los recursos naturales que proporciona el medio ambiente; De ahí que su
utilización debe estar sustentada en criterios objetivos para determinar la
deseabilidad u oportunidad de tal acción y en un exhaustivo análisis
costo-beneficio de incurrir en la explotación de los recursos. Dos criterios
económicos fundamentales a tomar en cuenta a la hora de analizar la explotación
de recursos naturales son: la eficiencia y la sostenibilidad económica, social
y medio ambiental.
Según cifras oficiales, la República Dominicana ha
sido relativamente exitosa en cuanto a crecimiento económico y a su vez en la
conservación del medio ambiente, no así en términos de reducción de la pobreza
y la desigualdad económica y social de manera significativa. Según estadísticas
recopiladas por la CEPAL, en el país se ha evidenciado una ampliación de la
cobertura boscosa en las últimas décadas (de solo 23% en 1990 se elevó a 37.6%
en 2010 y 41.0% en 2015 como muestra el gráfico 1), como resultado de programas
deliberados de reforestación y expansión de áreas protegidas, una importante
reducción del carbón como combustible para cocinar en los hogares, etc. Este
porcentaje de cobertura boscosa es cercano al de la región de América Latina y
el Caribe, el cual ronda los 46.3%. Así mismo, la nación dominicana es el
segundo de solo seis países de América Latina y el Caribe que han logrado incrementar
su cobertura boscosa entre 1990 y 2015 (18%), solo siendo superado por Puerto
Rico (24%) y seguido por Cuba(11%), Uruguay(6%), Costa Rica(4%) y Chile(3%).
Gráfico
1. Cobertura Boscosa en países de América Latina y el Caribe, 2015
FUENTE: Comisión Económica para América Latina y el
Caribe, CEPAL.
En
relación a las áreas protegidas, la República Dominicana se sitúa en un estadio
favorable frente a sus pares de la región de América Latina y el Caribe. Empleando
por igual datos de la CEPAL, en el año 2014 el 23.0% del territorio nacional
estaba situado dentro de áreas protegidas por el Estado, similar al promedio
regional de 23.4%. Sin embargo, y mostrando la ineficiencia institucional del
Estado dominicano en proteger las áreas que por ley está llamado a resguardar, paradójicamente
estas reservas, monumentos y parques nacionales han estado perdiendo cobertura
boscosa en más de 317 km2, cerca de 500,000 tareas de tierra.
Como
se muestra en la tabla 1, el Parque Nacional Juan Bautista Pérez Rancier (o
Parque Nacional Valle Nuevo) ha perdido entre el 2000 y 2014 una cobertura
boscosa de 21 Km2 o el 2.3% de su territorio, siendo la 5ta área protegida del
país con mayor pérdida absoluta de cobertura boscosa entre 2000 y 2014. Esto
sin tomar en cuenta los últimos incendios forestales que han mermado los
bosques de dicho parque, demostrando la incapacidad e ineficiencia institucional
de las autoridades medioambientales en términos históricos de resguardar estos
tesoros naturales. Por igual, la ineficiencia regulatoria y en velar el
cumplimiento de la ley se percibe en la cantidad de agricultura irregular que
se ha permitido a través de décadas, inclusive antes de declarar este altiplano como zona vedada en 1961, Reserva Científica en 1983 y después de declararla como Parque Nacional en 1996, por lo que se han desarrollado comunidades
agrícolas (como Monte Llano y El Castillo, etc.) dentro de los límites del
parque, los cuales han sido muy poco delimitados y mucho menos resguardados por
las propias autoridades.
Tabla
1. Cobertura boscosa perdida en Áreas Protegidas de República Dominicana, entre
2000 y 2014
FUENTE:
Dr. José R. Martínez Batlle en http://www.geografiafisica.org/
basado en Hansen, et. al. (2013).
Afortundamente, el
nuevo Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales Dr. Francisco Domínguez Brito,
alentado por varias organizaciones medioambientales como la Fundación Moscoso Puello,
la Academia de Ciencias, la Comisión Ambiental de la UASD y la sociedad en
general, ha tomado la iniciativa de implementar un plan de rescate de Valle
Nuevo para revertir el deterioro medioambiental que históricamente ha
presentado esta área protegida. ¡Enhorabuena! Todos debemos velar por
la efectiva protección del bosque y las aguas que suministra la justa y bien
llamada "Madre de las Aguas".
Sin embargo, la
decisión de imponer al mes de Enero de 2017 como fecha de término de toda
actividad agropecuaria dentro del parque y sus zonas de amortiguamiento sin
buscar alternativas viables para los agricultores de Constanza y San José de Ocoa
que tienen décadas laborando en la zona, ha generado el rechazo de una gran
cantidad de personas de estas comunidades y de todo el país. Cuando se adolece
de ineficiencias institucionales históricas como en éste y muchos otros casos
en la República Dominicana (como en los aspectos de la inmigración irregular,
sector eléctrico, recursos fiscales y hasta en educación), las soluciones a los
problemas deben determinarse de manera
consensuada y gradual, ya que como sabemos, el propio Estado y la clase
política dominicana es y ha sido parte importante de muchos de los problemas que
nos embargan.
Por fortuna, existen
alternativas que nos permitan alcanzar un consenso o pacto social que dirija a
toda la nación por un viaje de transformación hacia un país mejor, como
establece la propia Estrategia Nacional de Desarrollo (END, Ley 1-12). Por
ejemplo, ¿Por qué no zonificar y delimitar las comunidades que históricamente
han sido de vocación agrícola, ya deforestadas y fuente de sustento de muchas
familias, para que se desarrollen proyectos de agricultura sostenible? Existen
opciones de agricultura sostenible como la macadamia, el café, aguacate, entre
otros árboles frutales orgánicos con amplio potencial y dinamismo para la exportación,
que a la vez contribuyen con la reforestación y la protección del agua y de los suelos,
generan riqueza y bienestar para los hogares de la zona rural (precisamente
donde vive la población con mayores niveles de pobreza). Por igual, evaluar la
factibilidad de implementar algunos proyectos ecoturisticos y de silvicultura
que involucre a las propias comunidades en la protección del medio ambiente. Es
decir, hacer realidad de manera integral y consensuada el concepto de
desarrollo sostenible en la República Dominicana: economía, medioambiente y,
sobretodo, ser humano, conviviendo de manera armoniosa y contando con la
regulación de un Estado eficiente. El propio presidente Danilo Medina y sus
visitas sorpresas dominicales tendría un rol importante en la viabilización de
estos proyectos productivos sostenibles.
Para
finalizar, entiendo prudente que la sociedad dominicana se aboque a la discusión
y amplio consenso de un pacto social por el medio ambiente y el desarrollo
sostenible, que vele por el estudio con rigurosidad, justicia y transparencia
de estos aspectos y además, escuchar y ponderar las posiciones y
consideraciones de todos los actores involucrados. ¿Por qué no empezamos por
Valle Nuevo en Constanza y lo extendemos a lo largo y ancho de esta paradisíaca nación? La favorable experiencia y la importancia
del Pacto por la Calidad de la Educación y los aprestos para la firma de otros
pactos sociales como el eléctrico y fiscal, justifican dicha propuesta por ser
todo lo relativo al medioambiente, factores de importancia capital para el
desarrollo económico y social sostenible de República Dominicana.
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